Cómo enorgullecer a Vader

por Voronai Vanijaka

La última página del reinado de XNUMX años del rey Bhumibol Adulyadej se pasó el jueves por la noche cuando encontró su lugar de descanso final con una impresionante ceremonia de cremación. El difunto rey tuvo admiradores y detractores, pero una cosa es segura: su influencia en la nación tailandesa fue tal que nuestra identidad nacional está ligada a él.

Fue llamado "el padre de la nación". Creemos que este país, Tailandia, pertenece al padre y que nosotros, el pueblo, somos sus hijos. Tailandia es un país multiétnico y multicultural con un mosaico de antiguos reinos y un sultanato. Se nos enseñó que es nuestra veneración por el difunto rey lo que marca nuestra identidad colectiva como un pueblo indivisible. Sin embargo, la inestabilidad política de las últimas décadas mostró cuán frágil era esa unidad.

Mientras la nación celebra su vida y lamenta su fallecimiento, debemos mirar hacia el futuro. Para eso es necesario que crezcamos y dejemos de ser niños.

Porque lo infantiles que éramos.

Como niños irresponsables y malcriados, hacíamos berrinche y éramos violentos cuando no nos salíamos con la nuestra. Las diferencias de opinión trajeron ataques de ira, amenazas, censura, destierro y castigo. Las pérdidas llevaron a la ruptura de las reglas, incendios provocados y destrucción. Los golpes fueron bienvenidos porque habíamos perdido la fe en la libertad, la democracia y el estado de derecho.

Tenemos que crecer. Una característica de esto es que podemos lidiar con las diferencias y los puntos de vista opuestos usando nuestro sentido común y compasión.

Los buenos hijos aprenden de la sabiduría de su padre; los adultos viven de eso. Debemos aprender a vivir según las palabras del difunto Rey, pronunciadas el 4 de diciembre de 2004:

"Si dices que el rey no puede ser criticado, entonces dices que el rey no es humano. Si alguien sugiere que el rey está equivocado, me gustaría escucharlo. Si no, tenemos un problema. Si insistimos en que no se puede criticar al rey, tenemos un problema.

Desde 1908, la ley de lesa majestad, artículo 112 del Código Penal, prohíbe acusar, insultar o amenazar al rey, la reina, el príncipe heredero o el regente. A partir de entonces, una pena de tres permisos quince años por punto de violación. La ley está destinada a proteger la santidad de la institución de la monarquía.

Voranai Vanijaka

En cambio, se abusó de la ley de lesa majestad como herramienta política para intimidar, silenciar y encarcelar a disidentes y ciudadanos comunes. Los que abusan de la letra de la ley se salen con la suya por el clima de desconfianza y sospecha.

Acusaciones, insultos y amenazas aparte, ya nos indigna la idea de que alguien critique al difunto rey oa la monarquía. Tan enojados que pensamos que está bien encerrar a alguien por quince años o más. Tan enojados que preferimos una dictadura a una democracia.

En cualquier caso, la ley es la ley y como ciudadanos responsables debemos respetar esa ley, aunque no estemos de acuerdo con ella. Pero eso no significa que no podamos estar en desacuerdo con esa ley, rechazarla y trabajar para cambiarla.

Tailandia es ahora una nación gobernada por el miedo. No nos atrevemos a hablar, escribir, publicar, discutir, debatir por temor a una gran cantidad de castigos, ser víctimas de una caza de brujas en las redes sociales o consumirnos en una prisión.

Mientras celebramos la vida del difunto Rey el año pasado, leímos muchos de sus dichos y discursos. Todos mostraban su carácter: era un hombre sabio, un hombre compasivo, sin odio ni venganza. Vivió para unirnos y no para dividirnos. En sus propias palabras, quería que fuéramos críticos y no abatidos por el miedo y la ansiedad. Entonces, ¿por qué no seguimos su ejemplo?

Siempre habrá personas que abusen de la ley para su propio beneficio político o monetario. Personas que, por su propio bien, corrompen el pensamiento de los demás. También ellos, que roban de la tierra para llenarse los bolsillos. Y los que pisotean los derechos humanos y las libertades para usurpar el poder.

Solo pueden hacer eso porque nosotros, como niños irresponsables, permanecemos al margen. Nos callamos por miedo. A veces los aplaudimos porque la división ciega nuestro juicio. El abuso de la ley de lesa majestad. La celda de la prisión. Destierro y censura. El odio, la ira y la caza de brujas. No es así como debemos honrar al padre de la nación.

Debemos aprender del pasado y construir el futuro nosotros mismos. Ahora vivimos en un estado de miedo y sospecha; mañana debemos construir una comunidad que sea abierta y libre. Es importante para el futuro que no solo crezcamos nosotros mismos, sino que también deseemos una vida mejor para nuestros propios hijos.

Así es como debemos honrar el legado del Rey Bhumibol Adulyadej.

Nota del editor Khaosod: “Estamos muy contentos de dar la bienvenida a Voranai Vanijaka como columnista habitual. Ahora es editor en jefe de la revista GQ de Tailandia y solía ser un conocido columnista semanal sobre asuntos políticos y culturales en el Bangkok Post.

Fuente: Khaosod Inglés. www.khaosodenglish.com/opinion/2017/10/27/voranai-hacer-orgulloso de padre/

Traducción: Tino Kuis