Mensaje desde Holanda (11)

Por editorial
Publicado en Columna
28 mayo 2013

Café d'Oude Stoep es uno de mis lugares habituales para tomar un café y, a veces, una comida caliente. No me atrevo a llamarlo café, porque los platos son de una calidad demasiado alta para eso.

Cuando como allí, tomo un menú diario que cuesta una media de 12 euros. Para ello, se sirve un buen trozo de carne o pescado con verduras, patatas bravas y ensalada. Admito que como más barato en Tailandia, pero el precio es modesto para los estándares holandeses.

Algunos dueños operan un café para ganar dinero y preferiblemente para enriquecerse. Pero no me parece que esa sea la primera prioridad de Hans. El café debe ser su pasión y eso se nota especialmente en detalles como un trozo de bizcocho de mantequilla casero con café y un grifo alternado con una cerveza especial diferente cada mes. El mes pasado cerveza de primavera de la cervecería Joppen en Haarlem y ahora Brugse Zot, una cerveza que pido solo por el nombre cuando tengo ganas de cerveza.

No hay Amstel o Heineken en los otros grifos, sino Jupiler, Hertog Jan, Leffe y Palm, entre otros. Cuando los clientes preguntan por la cerveza Jopen, Hans llega con una revista en la que se explica con gran detalle la historia de la cervecería, que se encuentra en el edificio de una antigua iglesia. Y guarda una historia entusiasta. Admiro a los empresarios como Hans: aman su negocio y hacen todo lo posible para mimar a sus clientes. Y contratan personal que tiene la misma actitud.

Una noche comí un plato de sopa de espárragos con jamón con hueso. En la barra, porque todas las mesas estaban ocupadas. Frente a mí en la pared, dos antiguos clientes me miraban, enmarcados en blanco y negro. A la derecha un joven con uniforme naval, al que conozco como 'Herr Flick', su apodo, ya la izquierda un hombre que dedicó su vida a escribir poemas. Ambos fallecieron inesperadamente en la plenitud de sus vidas. Conocí bien al poeta, superficialmente al marino.

Mientras me servía la sopa, pensé en el templo del pueblo de mi amigo. Allí, las fotos de los difuntos adornan los gabinetes en la pared del templo, en los que se guardan los huesos después de la cremación. En otros templos los ves en chedis. De esta manera, los muertos siguen siendo parte de la vida cotidiana. ¿No es un buen pensamiento?

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